¿Es Importante Asumir Retos?
Deseo compartir con mis apreciados lectores, esta interesante historia, publicada en el Blog Vida Emocional, de Gabriela Lardiés Ara. La historia dice lo siguiente: “En un pozo profundo vivía una colonia de ranas. Llevaban su vida, tenían sus costumbres, encontraban su alimento y croaban a gusto haciendo resonar las paredes del pozo en toda su profundidad. Protegidas por su mismo aislamiento, vivían en paz, y sólo ten
ían que guardarse del balde que, de vez en cuando, alguien echaba desde arriba para sacar agua del pozo. Daban la alarma en cuanto oían el ruido de la polea, se sumergían bajo el agua o se apretaban contra la pared, y allí esperaban, conteniendo la respiración, hasta que el balde lleno de agua, era izado otra vez y pasaba el peligro. Fue a una rana joven a quien se le ocurrió pensar que el balde podía ser una oportunidad, en vez de un peligro. Allá arriba se veía algo así como una claraboya abierta, que cambiaba de aspecto según fuera de día o de noche, y en la que aparecían sombras y luces y formas y colores que hacían presentir, que allí había algo nuevo digno de conocerse. Y, sobre todo, estaba el rostro con trenzas de aquella figura bella y fugaz que aparecía por un momento sobre el brocal del pozo, al arrojar el cubo y recobrarlo todos los días en su cita sagrada y temida. Había que conocer todo aquello. La rana joven habló, y todas las demás se le echaron encima:
«Eso nunca se ha hecho. Sería la destrucción de nuestra raza. El cielo nos castigará. Te perderás para siempre. Nosotras hemos sido hechas para estar aquí, y aquí es donde nos va bien y podemos ser felices. Fuera del pozo no hay más que destrucción absoluta. Que nadie se atreva a violar las sabias leyes de nuestros antepasados. ¿Es que una rana jovenzuela de hoy puede saber más que ellos?» expresaban las ranas.
La rana jovenzuela esperó pacientemente la próxima bajada del balde. Se colocó estratégicamente, dio un salto en el momento en que el balde comenzaba a ser izado y subió en él ante el asombro y el horror de la comunidad batracia. El consejo de ancianos excomulgó a la rana prófuga y prohibió que se hablara de ella. Había que salvaguardar la seguridad del pozo. Pasaron los meses sin que nadie hablara de ella y nadie se olvidara de ella, cuando un buen día se oyó un croar familiar sobre el brocal del pozo, se agruparon abajo las curiosas y vieron recortada contra el cielo, la silueta conocida de la rana aventurera. A su lado, apareció la silueta de otra rana, y a su alrededor se agruparon siete pequeños renacuajos. Todas miraban sin atreverse a decir nada, cuando la rana habló: «Aquí arriba se está maravillosamente. Hay agua que se mueve, no como allá abajo, y unas fibras verdes y suaves que salen del suelo y entre las que da gusto moverse, y donde hay muchos bichos pequeños muy sabrosos y variados, y cada día se puede comer algo diferente. Y luego hay muchas ranas de muchos tipos distintos, y son muy buenas, y yo me he casado con ésta que está aquí a mi lado, y tenemos siete hijos y somos muy felices. Y aquí hay sitio para todas, porque esto es muy grande y nunca se acaba de ver lo que hay allá lejos.»
De abajo, las fuerzas del orden advirtieron a la rana que, si bajaba, sería ejecutada por alta traición; y ella dijo que no pensaba bajar, y que les deseaba a todas que lo pasaran bien, y se marchó con su compañera y los siete renacuajos.
Abajo en el pozo hubo mucho revuelo, y hubo algunas ranas que quisieron comentar la propuesta, pero las autoridades las acallaron enseguida, y la vida volvió a la normalidad de siempre, en el fondo del pozo. Al día siguiente, por la mañana, la niña de las trenzas rubias se quedó asombrada cuando, al sacar el cubo con agua del pozo, vio que estaba lleno de los seres humanos-ranas. En sánscrito hay una palabra compuesta para designar a una persona estrecha de miras que se conforma con oír, lo que siempre ha oído y hacer lo que siempre ha hecho, lo que hace todo el mundo y lo que, según parece, han de hacer todos los que quieran seguir una vida tranquila y segura. La palabra es «rana-de-pozo», (kup-manduk), y ha pasado del sánscrito a las lenguas modernas, en las que se usa con el mismo sentido. A nadie le gusta que se la digan. Aun así, el mundo está lleno de pozos, y los pozos llenos de ranas. Y niñas con trenzas rubias siguen llevándose sustos, de vez en cuando, por la mañana”.
¿Qué les parece mis queridos lectores?
No tengo mucho que añadir. Esta espectacular historia, deja profundo mensaje y debe ser evaluado y tomado en cuenta por los seres humanos. Lastimosamente, hay muchas “personas ranas” que no se atreven a dar el primer paso, asumir retos y romper paradigmas para contribuir a transformar realidades y conquistar sus metas. Saltemos del “pozo”
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Hasta la próxima semana. Gracias por leerme. Email: ywpalacios@cantv.net. Twitter: @Waldo_Negron. Instagram: @waldonegron
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