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Nunca nos rindamos. Somos Triunfadores

Les traigo, en esta oportunidad, una impresionante historia de la vida real, publicada en la página web:

https://www.taringa.net/+solidaridad/impactantes-historias-de-la-vida-real-nunca-te-rindas_vhrlo, escrita por Aldana María, la cual considero de extrema utilidad para todos los seres humanos. La historia, dice lo siguiente:

“Mi nombre es Brian Boyle, y soy la prueba de que los milagros suceden. Un mes después de que me gradué de escuela secundaria en 2004, yo llegaba a casa de la práctica de natación y me ví involucrado en un accidente grave con un Camión de Basura. El impacto de la violenta colisión destrozó mi corazón en mi pecho, destrozó mis costillas, la clavícula, la pelvis, colapsaron mis pulmones, causando daños a cada órgano, mis riñones e hígado dejaron de funcionar, mi bazo y vesícula biliar tuvieron que ser removidas, resultando en la pérdida del 60% de mi sangre, graves daños a los nervios de mi hombro izquierdo, dejándome en coma siendo sostenido por equipos electrónicos y médicos durante más de dos meses en el Prince Georges Hospital Center en Cheverly, MD.

La siguiente cosa que recuerdo es despertar en una cama de hospital, químicamente paralizado y conectado con todas esas máquinas. En medio de todos los pitidos y zumbidos que emitían los equipos médicos que estaban salvando mi vida en ese instante, he podido oír a mi mamá y papá diciéndome entre pausas dramáticas y llorando histéricamente, que “todo iba a estar bien”.

Me cuentan que morí ocho veces mientras estaba en la unidad de cuidados intensivos, e incluso, cuando me desperté de mi coma, no podía hablar ni comunicarme. No se sabía con seguridad si saldría de mi habitación en una silla de ruedas o una bolsa de morgue.

Caminar de nuevo nunca sucedería por todas las graves lesiones y a causa de la pelvis destrozada. El pensar de nuevo en la natación, era sólo eso, un pensamiento. Al igual que mi cuerpo, mis sueños se hicieron añicos. Pero, no me dí por vencido porque sabía que Dios tenía un plan para mí.

Después de pasar dos meses en estado de coma, 14 operaciones, 36 transfusiones de sangre, 13 tratamientos de plasma, perdí un total de 100 libras y tuve que ir a un centro de rehabilitación en Baltimore. Tuve que aprender a hablar, comer, caminar, ducharme, y vivir de forma independiente. Después de esa experiencia agonizante, tuve que ir a terapia ambulatoria en Waldorf, Maryland.

Después de pasar unos meses en una silla de ruedas, tomé la decisión de trabajar duro para volver a caminar, así que comencé a pasos de bebé para caminar por mi cuenta. Fue un milagro, después de mucho esfuerzo, pude caminar de nuevo, pero quería probarle los médicos que no sólo podría caminar, sino también correr. Después de que lo había logrado, decidí que era momento de trabajar duro para volver de nuevo en la piscina. Después de unas cuantas pruebas de pulmón, pude ir a la piscina un poco cada semana.

Antes del accidente yo tenía tres objetivos: ir a la universidad, nadar en el equipo, y competir en un triatlón ironman (hombre de hierro) algún día. Después de unos meses de unas cuantas vueltas de natación aquí y allá con mi pareja y la buena formación de amigos, Sam Fleming, decidí que yo no iba a permitir que mis lesiones me impidieran vivir mi sueño. Seis meses después de que empecé mi primer año en el St Mary’s College de Maryland y me convertí en un orgulloso miembro del equipo de natación. No fue fácil, no entonces, y no ahora. El dolor y la agonía fueron real y existió a través de todo el camino, en los buenos tiempos y los muy malos”.

Esta impresionante historia, nos debe llenar de ánimo, pasión, ganas de seguir adelante y una total y absoluta seguridad, en que a pesar de las duras dificultades, de los severos contratiempos y hasta de accidentes tan terribles como el señalado en estas líneas, podemos salir adelante.

Dejemos las excusas, lamentos y justificaciones. Sólo la voluntad férrea, las ganas de triunfar, la profunda y absoluta confianza en nosotros, la decisión de salir adelante, unido a nuestro agradecimiento a Dios por sus bendiciones, nuestras oraciones frecuentes porque nuestras metas se concreten, trabajando sin descanso, sin titubeos, sin vacilaciones, sólo esa actitud ante la vida, nos permitirá alcanzar los sueños y sentirnos realizados. De nosotros depende

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